Amistad; un bien que coopera, construye, enriquece y excluye
el interés y la superficialidad.
La amistad es un tesoro, se ha
convertido en un valor en peligro de extinción, quien logra tener amigos puede
sentirse afortunado; pues la amistad más allá de llamar a alguien amigo, es
mostrarse como tal, siendo como un hermano, apoyándose el uno en el otro y aun
diciéndose verdades en los momentos que lo ameriten, la amistad no tiene que
ver con estatus sociales, razas o lenguas, es un bien desinteresado que se basa
en la simpatía y acuerdo mutuo de solidificar una relación que promueve el
darse el uno al otro, la amistad reta a la superficialidad para ir más profundo
respetando los espacios en bien de su trato. Tener amigos nos llena de
alegrías, saber que podemos compartir con alguien nuestros momentos de triunfo
y aun de tristeza nos fortalece, saber que podemos enseñar y ser enseñados, que
podemos ser oídos y aconsejados, forman parte del repertorio de ese privilegio
llamado amistad.
El hombre es un ser comunicativo,
socializar es una de sus virtudes, algunos a menor escala pero otros a un grado
que le faculta el influenciar a otros; la socialización también es una
necesidad. El hombre necesita de otros para su crecimiento, necesita tener
personas en quien depositar su confianza, a quien acudir en momentos duros, con
quien compartir de un día en el parque o cine, pero indiscutiblemente esa
necesidad no debe llevarnos a dañar nuestra persona, y los buenos valores que
estén en nosotros, no debe llevarnos a perder nuestra identidad; antes bien sea
un agente motivador en nuestro día a día y un apoyo en pro del crecimiento.
“En todo tiempo ama al amigo, y es como un
hermano en tiempo de angustia” Proverbios 17:17
“El hombre que tiene amigos ha de
mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.” Proverbios 18:24
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