sábado, 12 de octubre de 2013


Amistad; un bien que coopera, construye, enriquece y excluye el interés y la superficialidad.
La amistad es un tesoro, se ha convertido en un valor en peligro de extinción, quien logra tener amigos puede sentirse afortunado; pues la amistad más allá de llamar a alguien amigo, es mostrarse como tal, siendo como un hermano, apoyándose el uno en el otro y aun diciéndose verdades en los momentos que lo ameriten, la amistad no tiene que ver con estatus sociales, razas o lenguas, es un bien desinteresado que se basa en la simpatía y acuerdo mutuo de solidificar una relación que promueve el darse el uno al otro, la amistad reta a la superficialidad para ir más profundo respetando los espacios en bien de su trato. Tener amigos nos llena de alegrías, saber que podemos compartir con alguien nuestros momentos de triunfo y aun de tristeza nos fortalece, saber que podemos enseñar y ser enseñados, que podemos ser oídos y aconsejados, forman parte del repertorio de ese privilegio llamado amistad.
El hombre es un ser comunicativo, socializar es una de sus virtudes, algunos a menor escala pero otros a un grado que le faculta el influenciar a otros; la socialización también es una necesidad. El hombre necesita de otros para su crecimiento, necesita tener personas en quien depositar su confianza, a quien acudir en momentos duros, con quien compartir de un día en el parque o cine, pero indiscutiblemente esa necesidad no debe llevarnos a dañar nuestra persona, y los buenos valores que estén en nosotros, no debe llevarnos a perder nuestra identidad; antes bien sea un agente motivador en nuestro día a día y un apoyo en pro del crecimiento.
 “En todo tiempo ama al amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia” Proverbios 17:17
“El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.” Proverbios 18:24


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