domingo, 13 de octubre de 2013

Mi postura podría hacer la diferencia.
 Quien no desearía un mundo donde cese la violencia, donde los conductores respeten las señales de tránsito, la cordialidad apacigüe la ira, los tratados de  paz de los países en conflicto sean un éxito, donde las instituciones educativas, entes gubernamentales y ambientes laborales poseyeran una cálida armonía, donde imperara la cooperación y la bondad, en fin, el punto es que deseamos ver escenas donde todo sea diferente, pudiendo agregar un grano de arena no olvidando que el respeto y la tolerancia que mostramos a los demás juega un papel fundamental para construir y alcanzar  un mejor mundo.
Hay grandes escenarios que demuestran la ausencia de bienestar, pero, ¿que de los pequeños? Como nuestra oficina donde la murmuración ha hecho mella del buen trato y de la credibilidad del personal, de las escuelas donde Anita cojea a causa de un accidente sin embargo debe cargar con la burla de sus compañeros de clases, del vecindario donde Lupe y su familia son el punto negro del lugar, de los hombres y mujeres que deben ocultar su criterio político; La hostilidad se ha encargado de dividir al hombre, esa actitud agresiva ha propiciado las guerras, el irrespeto a la vida, el vandalismo, los maltratos físicos y verbales. Hay lugares tan cercanos a nosotros donde se suscitan enfrentamientos por ver quien prevalece: “respeto Vs irrespeto”, “tolerancia Vs intolerancia”; nuestra postura frente a las situaciones podría hacer la diferencia.
“La blanda respuesta quita la ira; más la áspera hace subir el furor.” Proverbios 15:1


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